12 Abr El arado en Bodegas Dominio de Berzal: un balón de oxígeno para la vid
Finalizado el invierno y sus fríos llega el momento de preparar los viñedos de la familia Berzal para las próximas etapas. En este calendario anual, una de las tareas tradicionales que se repite todos los años es la de arar la tierra con el fin de oxigenar el suelo y dejar que el agua de las futuras lluvias penetren en ella. Un trabajo que, al contrario de lo que sufrían nuestros antepasados arando con animales, hoy por hoy no resulta excesivamente costoso.
Por sus beneficios para la tierra, el arado es una tarea generalizada en casi el 100% de Rioja Alavesa. En el caso de Bodegas Dominio de Berzal, este se realiza con tractor y prácticamente a la par en todos sus viñedos, que se reparten entre los municipios de Baños de Ebro, San Vicente de la Sonsierra, Elciego, Lapuebla de Labarca y Laguardia.
El objetivo de esta práctica es controlar las malas hiervas que, para la vid, pueden representar una competencia por el agua y los nutrientes, sobre todo en inviernos escasos de lluvia como éste. Su presencia implica una competencia natural por los recursos hídricos que, a medio plazo, podría restar vigor al desarrollo del fruto. Por eso, es importante observar cómo es la pluviometría de cada año, ya que de ella dependerá un laboreo de arado más o menos intenso. Si la tierra no se remueve ahora, el suelo estará más compacto y el aprovechamiento y penetración del agua de las futuras lluvias será mucho menor.
El manejo del suelo es una parte fundamental en las plantaciones de viñedo y de ahí la importancia de que el tipo de arado empleado sea el correcto. En líneas generales, podemos decir que existen dos formas de arar las viñas: por un lado encontramos el Rotabator, que bate la tierra y es un tipo de arado más abusivo, y, por otro lado, el Cultivador, que remueve la tierra proporcionando un arado más suave.
En la línea de la viticultura respetuosa y sostenible practicada por Bodegas Dominio de Berzal se apuesta por este último, menos agresivo para el suelo. Los surcos superficiales realizados con el cultivador logran todos los objetivos propuestos: se descompacta el suelo, se controla la vegetación no deseada, y se esponja y airea.
Con la vista puesta ahora en el cielo y los termómetros, los hermanos Berzal confían en que no se produzcan heladas que podrían echar a perder las vides que ya han iniciado su brotación, un posible riesgo que continuará hasta aproximadamente el 10 de mayo.